¿Te has preguntado alguna vez por qué debemos apostar por el consumo productos locales, de nuestra región? Las ventajas son innumerables, entre ellas el fomento de la sostenibilidad, del empleo y la economía local

Conocer el origen de los alimentos que comemos es fundamental para llevar una dieta sana y equilibrada, que cubra las necesidades de nuestro organismo y, consumiendo frutas y verduras de origen local podemos  saber perfectamente de dónde provienen y cómo se han tratado. 

6 razones para consumir productos locales:

Fomentamos la sostenibilidad: consumiendo productos de nuestro pueblo, región o provincia, evitamos que tengan que ser transportados desde otros lugares y así reducimos la emisión de gases a la atmósfera, es decir, su huella de carbono es menor. Estas frutas y hortalizas se pueden considerar KM0, ya que van de la huerta a las tiendas prácticamente el mismo día.

Además, muchos productores españoles están promoviendo los cultivos respetuosos con el medioambiente, por lo que los productos que usan para cuidarlos no pueden ser contaminantes y deben respetar la tierra, el agua, el aire y los frutos.

Son de mejor calidad: cuando un producto puede recolectarse el mismo día en que va a las tiendas, le damos tiempo para que se desarrolle por completo y genere los azúcares necesarios para ofrecer un sabor potente.

Por ejemplo, una fruta de origen local se recolecta cuando está en su punto de maduración óptimo y el día siguiente está en el mostrador de una frutería para que el consumidor pueda disfrutarla; en cambio, un aguacate que se recoge en México tarda más de 10 días en llegar a España, por lo que se recolecta cuando está verde y no puede madurar en el árbol y será menos sabroso. 

Son más frescos y más sanos: siguiendo con lo que explicábamos en el punto anterior, un producto que está recién recolectado conserva sus propiedades y nutrientes intactos, mientras que uno importado desde un país lejano no ofrece las mismas cualidades nutritivas. Eso provoca que los vegetales y frutas de origen local resulten más sanos y también más sabrosos. 

Contribuimos a la economía local: está claro que cuando compramos cualquier alimento estamos contribuyendo a la creación de empleo, pero cuando compramos un producto local estamos ayudando a empresas de aquí y facilitándoles que puedan seguir contratando trabajadores en nuestro territorio. Además, si compramos en tiendas del barrio o pueblo, también estamos ayudando a que las pequeñas y medianas empresas, el comercio de proximidad, se pueda mantener y crear también empleo.

Están más controlados a nivel sanitario: los cultivos de España se someten a controles de calidad y sanidad severos de forma constante, para asegurar que no se hayan rociado con productos nocivos, que se hayan regado con el agua adecuada, etc. En cambio, los productos que provienen del extranjero no pasan por todos estos controles y hay que pensar que en otros países está permitido el uso de productos fitosanitarios que aquí no pueden usarse. Es decir, algunos productos importados pueden haber sido tratados con químicos que aquí están prohibidos. 

En este sentido, podríamos decir que la legislación juega en contra de los productores,  pero a la vez podemos ver esto como una garantía de calidad para los productos locales. 

Sus precios son justos: hemos oído muchas veces aquella frase de «los productos locales son más caros» y no es del todo cierta. Es verdad que los productos de aquí, alguna vez pueden tener un precio ligeramente superior, pero eso no ocurre porque sí. 

Aquí los trabajadores del campo tienen los mismos derechos que cualquier otro trabajador, por lo que esto supone un coste para la empresa, a diferencia de los contratos que se les hace en otros países desde los que se importan productos. Además, no debemos olvidar que los productores locales están invirtiendo dinero constantemente para mantener y mejorar sus instalaciones y para acercarse más a los cultivos sostenibles, y eso tiene un coste. 

Desde Terracor, estamos convencidos de que esos céntimos de más dejan de tener valor cuando comemos un producto sabroso, de calidad y que sabemos que no ha sido almacenado en cámaras de frío durante semanas, ni transportado desde la otra punta del mundo, ni rociado con productos nocivos para la salud y el medioambiente.